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e: E Ñ , de + A Md , ESO ” - ll de to, y otras mil imágenes seductoras e que veia oscilar su fantasía bajo las bó-- vedas del claustro. Este es, se decía, este es el palacio de mi Amado ¡quien pudiera volar á él! Sus deseos no tardaron en cumplir- - se, porque á los orce años entró Inés en un convento, donde estaba una tia suya hermana de su padre, el cual; (lo diremos de paso) vió con sumo gozo la entrada de su hermana en el monasterio, por lo mismo que le de- jaba á él, único heredero de las rique- zas de sus padres; aunque á decir ver- dad Inés no entró precisamente n el. convento, sino en un colegio de edu- candas que las monjas tenian allí; con- “tíguo á la clausura. En él eran educa- das las jóvenes que entraban, no ála francefa, como suele .pasar en otros centros de enseñanza, sino puramente ávla española, con lo cual lograban las religiosas formar doncellas pundono- rosas y recatadas que odiaban la co- quetería; esposas de costumbres in- tachables, tan recogidas como las mismas doncellas; madres que sabian

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