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e e * Ab AAA, q yS Pta, : 2864 Agustin se puso en camino y se vol- vió atras dos veces antes de llegar, te- miendo que el corazon se le partiera de pena. Cuando llegó á la puerta se adelantó su esposa diciéndole: Ha lle- gado la hora del sacrificio, y es preci- s0 que no neguemos á nuestra hija el último consuelo que nos pide. — Y qué quieres ahora? preguntó á Inés sin atreverse á mirarla por no romper el llanto. —Papá, que me permita V. abra- zarlo por última vez. Un sollozo se escapó del pecho de Agustin, y su hija se arrojó sobre su cuello, exclamando en el tono más alto del amor filial. Padre de mi alma! eE 3 | | pan mucho le debo por la buena educacion Ñ e qué me ha dado, por la licencia que a 3 me dee de irme religiosa, y sobre to- y 3 do, por el grande é inmerecido amor y de que V. me profesa. Una cosa le pido; Y Ñ que ame V, áDios desde hoy cono 3 Ml ha amado á esta indigna hija suya, á Ie ES El traslado todos ios derechos que 4 Y ? tengo al amor de V. A 1 »—Inés!—-le contestó el padre— 3 AE a pt te ed de list