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o Mu ES al E de Y PA « ¿ X É y VE 5 Y dio de la tempestad de penas que | —283— combate á mi alma; pero quiero que este secreto quede encerrado en tu pecho y sepultado contigo, pues sola á tí se refiere. —Yo se lo prometo, madre mia, por estas lágrimas que lloro. —Pues bien; toma esta llave, abre el último cajon de mi cómoda, y en él hallarás una cajita de nácar envuel- ta en un pañuelo de seda; cógela y tráemela. Inés entró en la habitacion inmedia- ta, y un momento despues salia, tra- yendo en sus manos el encargo de su madre. Esta tomó la hermosa caja, y sacando de ella una cadena de plata de la cual colgaba un preciosísimo cru- cifijo de oro puro, se la presentNá su hija diciendo: Esta es la joya de más precio que he poseido en mi vida: me la gió mi amorosa madre, en un dia tal triste como este, el día que murió y nos separamos para siempre; pero al dármela me dijo: Guarda, hija mia, con toda fidelidad este recuerdo de tu pobre madre; y si, (como he soñado) nd EN