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E A Estas últimas palabras las dijo Agus- tin sollozando, y al oirlas Inés se aba- lanzó al cuello de su padre diciéndo- le: Papá de mi alma, ahora si que me quiere V.; ahora si que yo le amo con amor centuplicado; yo haré el dolo- roso sacrificio de separarme de su lado, y V. el de entregarle á Dios esta hija que tánto le ama. Si no fuera tan tarde, ahora mismo mandaba una tar- jeta á la M. Consolacion, comunicán- dole tan fausta nueva. Ay que noche tan buena voy á pasar! Querido papá, Dios premie á V. el bien que me hace. A todo esto el P. Capellan seguia meditabundo, Inés se marchaba ra- diante de alegría, y Agustin quedaba «llorando, sin ruido ni sollozos, como lloragl que tiene en su corazon la fuen- te de lágrimas. CAPITULO XXI a Escenas de familja. Al dia siguiente, la casa de Agustin estaba poco menos que alborotada.

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