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gen querida, mientras tocaba los pri- meros floreos de un andante; y soltan- do al aire su voz melodiosa llena de fuego, que parecía salir de los labios de un seralin, cantó estos hermosos versos. Morir de tu amor herida Es, Jesus, tan dulce suerte, a” a, Que no trocara esta muerte E Por la mas dichosa vida. BE a, De esa herida de tu amor ee Es tan dulce la violencia, A Que al templarse su vehemencia ¿ m5? + E PA al AN € qe Siento mi mayor dolor. Y este amor que así me hiere E Con tal ansia al alma deja, 0 ES Que gime, llora y se queja, y Porque de amores no muere. 4 e. Es Amarte pues, sin cesar da E Será mi dulce vivir, eS E Y amargo más que el morir mes Mejarte un punto de amar. qe Y así, mi alma á Tí unida Vivirá cuailto vivieres, e 1 Pues alma del alma eres 38 Y eres vida de mi vida. Ar

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