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e > hr ns A FAM Es EA pts -—232— cieron derramarabundantes lágrimas á cuantos las oyeron. Se cotejaron los sobres y vieron que el mismo dia fue- rcn echadas al correo, una en Guipuz- coa y otra en Barcelona; lo cual de- mostraba claramente que José tenia un firme propósito de no dejarse en- contrar. Inés, á peticion de la Condesa, pasó en su compañía tres ó cuatro dias, en los cuales le habló la joven al cora- zon con tánta dulzura, le pintó tan á lo vivo la dicha de un alma que se consagra á Dios, le hizo ver con tánta claridad los engaños y peligros del mundo, y le mostró con tánta energía el llamamiento divino que indicaba la resolucion de José, que la pobre ma- dre, Sh dejar de sentirlo profunda- mente, se conformó al fin con la vo- luntad de Dios, y dió por buena la conducta de su.hijo; y cuando la bye- na señora, sin poderlo remediar llama- ba á su hijo ingrato, Inésde decia: — Vamos, déjese V. de eso, que lo que no tiene remedio, olvidarlo es lo mejor. Dos cosas sabemos de él, que

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