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de PA ' cm a > de e A E e E TN + we " a sp. Y > Aaa A e 5 0 . e - —231— bló de ella. Pero donde tuvo más re- sonancia, fué en los círculos femeninos, donde ponian á la pobre Inés, como digan dueñas, echándole la culpa de aquel secuestro, y afirmando muy ro- tundamente que la pícara sabia dónde paraba: fíese V. de gatita mansa! aña- dian las más envidiosas, burlándose de ella. * Mientras los demás se ocupaban en murmurar y formar juicios temerarios, Inés lloraba en el retiro de su cuarto el tiempo perdido, y los años mal em- pleados. Ni siquiera fué á visitar á la condesa hasta el tercero ó cuarto dia que ésta la mandó llamar expresa- mente. Bien hace en no querer venir —decia la noble señora —porque com- prende que su vista doblará nf pena; pero que venga por Dios, pues estoy segura que sus palabras me servirán de consuelo. o se engañó la condesa, porque la primera veg que Inés con su familia fué á visitarla, se renovó su pena; pero se calmó despues. Allí delante de to- dos se leyeron las dos cartas que hi-

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