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A A ES + y mandó al cochero que volviera para casa. Cuando entraron en la ciudad to- da ella seguia su curso ordinario y su.” Ms ordinario movimiento; y no obstante .%- " — áInés le pareció desierta, porque sen- 9 tia en su alma una cosa que á falta de Pr nombre que darle me atrevo á llamar- 20 la soledad de las ciudades. Sola estaba E ella en realidad, porque á pesar de ir. 2 acompañada y hallarse en medio de la 2 populosa Sevilla, las impresiones de su corazon la aislaban por completo del mundo, cual si fuera extranjera en su pueblo natal. El coche corria presuroso por las calles de Sevilla, pasó por la plaza de la Gavidia, cruzó la de S. Lorenzo, y siguiendo la calle de Santa Clara se paró en la puerta del conventg de las Reparadoras. Bajáronse las paseantes para hacer una visita al Santísimo Sa- ... cramento, que estas religiosas tienen —éipuesto todo el dia, y allí derramó A Inés su corazon enla presenciade Dios. E Habló despues conla Madre Superiora, y pareció que recobraba su habitual alegría. Llegaron por fin á casa donde %

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