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ES E PA p o e o E La pobre muchacha se ahogaba. - No era ya la indignacion de su padre, - —niel desprestigio de las religiosas, ni- - el verse contrariada en su vocacion lo que mas le apenaba; más que todo eso le atormentaba el pensar que su padre no sería un buen ceistiano, puesto que hablaba mal de las religiosas y se Opo- nía al llamamiento divino que ella sen- tía en su alma. Desgarrado su corazon con este cruel pensamiento, quiso ha- blar y no puda, porque un sollozo amarguísimo le ahogó la voz en la gar- ganta; los ojos se le llenaron de lágri- mas y cayó de rodillas ante un mag- - nífico cuadro del Corazon de Jesus que allí estaba. | $ ; El padre aprovechó aquellos solem- nes momentos y tomando á su hija de la mano le preguntó con tonfbhimpe- he rioso. 2. —Te arrepientes de haberme ofen- e Ms des 90 : in dido? | a Viella cogiendo con sus manos la El y ro ad de su papá y llenándosela de besos y de lágrimas, y mirándole con ansiedad y con mucha pena respondió: Si lehe e 0 ea A | O | E E nl A DG 2 A. D EA, E 5. E ' e , A o A a o: d y is e CARACAS, sd ri Si E > E