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—182= quiere responder; y entonces se mar- cha entristecido, no tanto por el desai- % resufrido, como por los bienes que —* pierde el alma necia que no lo quiso recibir en su morada. Pues de esta ma- nera llamaba el Esposo divino á las puerta de Inés con santas inspiracio- nes, enviándole una gracia tras de otra * para vencer la resistencia de aquel co- razon ingrato. Una de las mayores gracias que le envió fué el misterioso sueño que vamos á referir. Habíase acostado Inés cierta noche “ | pensando en los dias de su infancia y A. en su vida de colegio; se acordó de las ne dulces horas que pasaba entonces en Mo oracion delante del Sagrario, y con ¡E este pensamiento se durmió. Estando do ya l> noche muy adelantada, pareció- + 0 leen sueño que veia una magníficalgle- + CAN sia gótica alumbrada solamente por Mb dos grandes lámparas, cuyos pálidos : y PRO reflejos pintaban en lo alto de la fuve- Mo da imágenes y sombras tremulentas. - SS fil silencio y el pavor reinaba en sus | anchurosas naves, y alrededor del Sa: erario, formando semicírculos concén- e de A "e ) A e MA" Ps > A a , e M » » E E A ES y q e” y