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AAT n a ñ a libro para no acordarse más de ella; mas áun á pesar de ésto, el porfiado y empachoso gusanillo del remordi- miento con voz lenta y apagada, como la del tísico que se muere le decia mu- chas veces á Inés en el fondo de su al- ma: Si esa es la contestacion: léela des- pacio y lo verás. Otras veces el gusanillo dejaba su voz lenta y apagada; y tomando voz de trueno se encaraba con ella y le decia con mucho deparpajo y con toda la amargura de la verdad: Embustera! Mentirosa! qué es lo que dices? en qué piensas? á quién tratas de engañar? A Dios? Insensata!l á Dios no puedes en- ' gañarlo, porque El ve tu corazon! Quieres engañar al mundo? Pues el mundo conocerá tu hipocresía, Y él te dará el pago. Quieres engañarte átí misma? Eso no lo conseguirás, necia! parque aquí estoy yo, para decirte la verdad, hoy, mañana, siempre, eterna- mente, en esta vida y en la otra. Quie- ras ó no quieras te diré siempre la ver- dad, y la verdad es que Dios te quiere para sí toda entera en cuerpo y alma;

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