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ida el robusto tallo? Qué será de esa - vid fecunda, si no está enlazada al ol- mo para que la sostenga y le ayude á tener suspensos en el aire sus api= ñados racimos? Esa flor se secará, y SS esa vid no dará frutos; y de darlos no llegarán á sazon.,, Aquella era la primera vez que Inés oia un orador profano; y como estaba. acostumbrada á escuchar con docili- 2. dad y respeto los sermones á que de asistia, dispensó el mismo honor al A galiparlante D. Emilio. Más todavra, lo escuchó como á un oráculo, y tomó sus palabras como inspiradas de Dios. E Es verdad lo que ha dicho Castelar— pensaba ella—: Yo sola no podré ha- cer en el mundo todo el bien que de- seo. Para irá cualquier parte ung jóven de como yoy necesita que le acompañe su padre ó su madre ú otra persona de respeto. En el presente estado no tifhe una representacion alguna para nada, ni goza de libertad, ni puede ponerse al frente de cosa ninguna, sin ser notada y tenida de todo el mundo ES por un marimacho. Si tendria razon a le E A y ; 8 ¿LA 4 ¿ A A a E El dí 1 $ ii 7 rl sa "Lita, ' q - A A o a IÓ ES m FAS A O >

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