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e tido al mas pintado, y en murmurar y criticar las acciones de los otros: acha- que muy comun entre mujeres. Uno de los ramos de aquella zar?- dad elegante era el buscar trabajo á los pobres, colocacion al necesitadode ella, y recomendaciones á todo el que . con buen título la pedia. Ellas tenian entrada en las fábricas de la Gran Car- tuja, en el Hospital de la Sangre, en el Palacio arzobispal, en la Fábrica de tabaco, en el Gobierno, en la Capita- nia general, y hasta enSan Telmo y en el Alcazar cuando allí moraban los infantes Ó los reyes. A todos esos puntos Hevaban las jóvenes del círculo piadoso recomendaciones, credencia- les, nombramientos y ascensos, con los cugles gravaban muchas veces la caja provincial ó municipal, y ejercian ellas la caridad á costa del ayunta- miento ó de la provincia. Agustin, que á pesar de no ser hombre de fo- lítica, pertenecía aquel año á la digu- tacion provincial, ayudaba á su hija cuanto podia, y estaba satisfecho, fue- ra de sí, loco de contento con la mu-

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