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e ALO ES e.A ER e : mE z no” p bp 3 a Si e 4 AQ 5 —143— eleco de aquella voz poderosa. La voz no dejó por eso de llamar y re- prender; pero ensordecida Inés con el clamoroso y trátago mundano dejó de oirla, y fué para ella aquella voz divi- na, la voz del que clama en el desierto, como dijo el profeta Isaias. A todo esto, Inés no pensaba aban- donar su vocacion religiosa, eso no,' pero habia tantas dificultades que vencer! Se necesitaba un buen dote y la licencia de su padre, refractario co- mo nadie á que fuera monja; y esto por sí solo era para ella un obstáculo insuperable. No tengo otro remedio— decia—que resignarme, y seguir como voy, abrazarme con mi cruz y hacer en el mundo el bien que pueda. —En el mundo no!—le gritaba la voz de la conciencia—en el mundo no, en tu retiro es donde has de abrazar- te con la cruz y hacer el bien que pue- da$ pero Inés aficionada ya algun tan- to á las fiestas y diversiones, contesta- ba. En el mundo, en el mundo! que así estará mi vocacion mas probada. Y la voz que (al parecer) sabia muchas sen-

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