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menda responsabilidad teneis contrai- da ante Dios si seguis los ejemplos del desdichado Agustin. Este siguió llevando y trayendo á su hija á donde mas pronto y mejor le parecia á él que perderia la voca- cion; hasta que un dia la pobre mu- chacha, tímida y pálida se acercó á su padre y le dijo: Papá, esta vida que llevo me es in- soportable: yo no quisiera darle á us- ted el menor disgusto pero así no pue- do vivir. Por Dios, padre mio, tenga V. compasion de mi pobre alma, y no me obligue á ir áfestines, bailes, ni reuniones, que me son más amargas que la muerte. Anda, escrupulosa!—le dijo él son- riendg:—No van fulanita y menganita, _que son tan buenas ó mejores que tú? —Sí, papá, pero por lo mismo que son mas buenas podrán resistir ellas sin peligro; más yo, imposible! yono puedo mas! —Pues tendrás que cumplir con los deberes que la sociedad y el nacimien- to te imponen! e kd A A me MES A A sde SN

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