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a E IR id OS dE £ E bi 7 pe EA 2 ls 3 GA el Pol O o ra] ya > A de » ; 129 reserva que José guardaba, y no pu- diendo aguantar mas, ls soltó un dia á quemaropa esta pregunta: Cómo anda el negocio? Tú la amas, y ella te quie- re; pero tu timidez por un lado y sus escrúpulos por otro, os alejan mutua- mente, haciéndoos creerque todo es pecado. No es eso, Agustin, —respondió Jo- sé con amarga tristeza, —Inés misma me ha dicho que ha consagrado á Dios su corazon todo entero, que será reli- giosa, y así, que no piense mas en ella, Agustin se mordió los labios de ra- bia, y fingiendo que aquello era una. soñrisa, exclamó: Inés monja? Vamos, no seas niño! Cómo quieres que se meta monja una joyen del talento y hermosura de mi Inés? No,hombkre no! Monjas sólo se meten las tontas, ó las feas que no tienen quien de ellas se acuerde; pero Inés? Ca! ni pensarlo. Ni yo lo consentiré, ni ella lo querrá ser, si tu te atraviesas por medio. Inés será tu esposa, si tu no renuncias á ella, es decir, si tu te atreves á quitarle los es- crupulillos que ha sacado del colegio. 9 > e, pr dl des dl a pu ta , » Li a?

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