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E PR A O O OA A E AA ] A A 1875 flores su símbolo; guárdelo V. para o. que le recuerde siempre la conversa- 7d cion que aquí hemos tenido. pos Nó,—contestó José—ofrézcaselas 2. V.ála Virgen de mi parte, y pídale que me inspire la heróica resolucion 4 que V. ha tomado. > En esto llegaba Concepcion, trayen- yo la falda de su blanco delantal llena de dalias que entregó á Inés son- riendo; y José aprovechó aquel mo- mento para separarse de allí disimu- ladamente, yéndose á la sombra del naranjo á darse cuenta de lo que le ha- bia pasado. CAPITULO XI. En el cual el autor calló de intento la ma lega de que trata, A Sentóse nuestro joven debajo de aquel arbol, testigo de los suspiros de Inés: estaba el pobrecillo sofocado y como fuera de sí, dudando si dormia ó velaba, si era sueño ó realidad lo que le estaba pasando. Si la tierra se le

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