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E ; —125- A E ¿Blandir la resolucion que V. ha to- mado. —Despreciar yo á V.? Dios me li- bre! Siento en mi corazon un profun- do aprecio y un inmenso cariño á la persona de V.; pero ese cariño no co- rresponde al amor que V, acaba de manifestarme, porque uno es mi Ama: do y á el vivo consagrada. Si así no fuera, seria el Conde de Montelirio el único mortal que tendria derecho á llamarme suya. En cuanto á mi reso- lucion; juzgue V. mismo, si puede ser dudosa la eleccion entre lo perece- dero y lo durable, entre lo temporal y lo eterno, entre la criatura y el Cria- dor, entre el tálamo terreno y el ce- leste; entre el Esposo Divino y el es- poso mortal. Con este último, ppr ca- da hora de gusto hay un dia de pena, por cada dia de placer, un mes de pe- sares, y por cada mes de gozo, años enteros de angustias y zozobras, Y aunque la dicha y el placer fueran constantes, llega al fin un dia en que la "muerte arrebata á uno de sus con- sortes, y para el otro no queda mas