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verla así sintió en su alma una respe- 141% tuosa emocion. Perdóneme V., Inés, añadió, si con mi franca declaracion la he ofendido; y más si ella le ha traido á la memoria otro amante más dicho- so que yo. -¿—Sí; el que hirió mi corazon y en él grabó su sello, para que no pueda yo admitir otro amante mas que él, respondió Inés. —Luego renunciareis á ser la con- desa de Montelirio? —Toda la gloria del mundo con sus grandezas y pompas vanas, las he despreciado por amor de aquel á quien adoro, en quien espero, á quien amo y á quien quiero con toda el alma. —+Es decir, Inés, que he llegado tar- de; que ya teneis otro amante? —Sí, ya estoy prometida á Otro de cuya belleza, el sol y la luna se mara- villan, porque es el mas hermoso de los hijos de los hombres. —Hablais del esposo divino? —Sí, de El hablo: á El debo mi vida, á El guardo mi fé, y á El me en- trego con toda confianza; porque El a y r $ Me ii, + Pt E Mo Ra? ” e Ta