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LE Cae A 0 caricias de la divina Madre, vió que el Niño Jesus le dirigia una dulcísima E sonrisa, pronunciando á la vez esta sentencia del Evangelio: Lo que hicis- bs, te con aquel' pobre por mi amor, con- E migo lo hiciste. y Cuando Inés despertó creyó morir, de gozo: conservaba grabados en su mente, con tal viveza los principales detalles del sueño, que toda aquella E pascua anduvo como absorta y embe- 4 lesada: y cuando alguna circunstancia 2 le traia á la memoria la dulcísima mi- | rada del Niño, quedata como enage- nada de los sentidos, mirando atenta- mente una cosa que nadie veia más | que ella, Esa mirada indefinible fué una de las cosas que mas se nafaban en Inés desde entonces. Agustin aprovechó aquella ocasion para insistir en el necio empeño de quitar la vocacion á su hija; y una vez . a. y . E ] y de que esta le habló de lo que agrada á : Dios la virtud de la limosna, le dijo él: 2 Pues si tanto agrada á Dios que demos limosnas, harás una solemne tonteria

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