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SS de su buepa obra; pero Dios que ha prometido dar el ciento por uno en es- ta vida á sus fieles servidores, premió aquella misma noche á su fiel sierva. Inés se durmió con el sueño de los- justos, y llena de un gozo celestial, ya muy entrada la noche; y en aquel sue- ño tuvo visiones misteriosas que recor- daba siempre con la más pura alegría. Le pareció que era llevada en espíritu al cielo ó á otro lugar muy parecido, donde se representaba muy al vivo el nacimiento temporal del Hijo eterno de Dios. Allí estaba san José radiante de gloria y hermosura y rodeado de ángeles que le llevaban su floreciente vara, á los cuales decia: Ines me ha da- do una buena limosna para mi divino Niño: gescribió esa hermosa accion en el libro de la vida. Allí estaba tambien la Madre del Verbo, cercada de espí- ritus bienaventurados que cantaban el Gloria in excelsis Deo al divino infan- te, y dirigiéndose á Inés le dijo estas palabras, que le recordaron las de la pobre socorrida: Ven, hija, y te daré un abrazo, ven Inés que quiero besar- de a y r > É JE A A M A ¡ete ga E ADA

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