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49 confesion ¿on tan “abuñidantes, y tiernas la- grimas, que fue preciso, se detubiese la con- fesion empezada, para dar lugar, a que sú pecho abrasado del fuego del amor Divino, se desahogase algun poco. Recibió el Viatico, quedando por un breve rato como fuera de si; todo dado á la contemplacion de tan divina fineza. Todos los dias de su:enfermedad fue= ron un continuo exercieio de oracion; porque sentia en el fondo de su alma (como lo ex- presó 4 un Religioso) queno le era concedi- do ya mas tiempo, Siguiendo su accidente, se agravó mas, entrandole alguna calentura: todos sentian su indisposicion; solo el celebra» ba la cercania de ver 4 Dios. Estos-sus-descos de verse desatado del cuerpo, para reinar con Christo, los empezó 4 manifestar en sus accio: nes desde luego: vinole en los principios de haverse agravado un golpe de sangre de los mus fuerces; y creyendo, que era la voz- de su Señor, se arrojó intrepido de lá cama, para recibir la muerte de rodillas, ya que Jesu Christo por: el la havia recibido con los brazos abiertos; pero aun no fue entonces la horas yolvióse as lá. cama, recobrado 2'gun tanto,

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