BCCPAM000380-3-12000000000000
—69— cuando por medio del embajador del cielo, la fué manifes- tada la naturaleza de su Hijo, su divinidad, su reino eter- no, y los triunfos que habia de conseguir del infierno, y de la muerte, comprendié al poco que habia de pasar su vida entre incesantes contradiciones, que le suscitarian los malos, (1) y que no habia de llegar su amado Jesus 4 empufiar la palma de la victoria sino despues de haber recorrido la serie de padecimientos, que forman el tejido de la peregrinacion del hombre en la tierra, por haber él querido asemejarse en todo d sus hermanos. (2) Maria sabe infaliblemente por la fe que su Hijo es el Eterno é inmen- 80, y lo ve erecer como los demas hombres, contemplandolo nifio, mancebo, adulto, jéven, y varon perfecto, y recor- riendo todas las fases de la vida humana entre las humi- llaciones y la pobreza. Sabe tambien que se ha de sentar & la diestra del Padre, y que ha de reinar para siempre en la casa de Jacob, y espera verlo en toda la plenitud desu gloria: pero ha de franquear antes el gran espacio que media entre las fiestas de los Angeles en Belen, y las tristes escenas del Calvario, siendo todo este tiempo una arena donde se ejercitan la fe y la esperanza de Maria con actos tan he- réicos, que no hay mente criada que pueda comprenderlos. j;Ah, con qué firmeza est& unidoel Corazon de Maria al Verbo divino antes que este tome carne en su purisimo se- no! ;Qué confianza tiene en su virtud y poder! Deseosa de consagrarse toda entera 4 su servicio le ha efrecido el sa- crificio de su alma y cuerpo, prometiéndole conservarse siempre Virgen: pero apenas oye la voz del sacerdocio y de (1) Luce cap. 2. v. 34. 35. (2) Hebr. cap. 2. v. 17.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz