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a bet ee i El fs del sises un cielo ana’ habita el Espiritu Santo: yno hay un solo hombre que haya sido regenerado en las aguas del bautismo, que no haya sido convertido en este cielo. ;Ah! El demonio enemigo de Dios se gloriaba de ue habia de poner su asiento en los ciclos: (1) y desgra- ciadamente lo consigue siempre que pecamos, pues arroja- mos 4 Dios de nuestra alma, y entra 4 ocuparla el demonio. AFECTOS. + O almas fries en el amor de Dios, seid al corazon de Maria para que veais como os habeis de conducir para ser siempre un cielo animado, donde eternamente se anuncien las glorias de Dios. ;Qué érden y concierto hay en los mo- _-vimientos de este cielo divino! ;Cémo despide sus suaves y blancas luces el candor de la inocencia! ;Cémo tiene fijos sus deseos en el sol de justicia! ;Cémo brillan las estrellas de todas las virtudes! Por eso precisamente aquel Dios, cu- ya inmensidad no cabe en los cielos, se encerré todo en el corazon de Maria, y fijé en él su trono. gAh Virgen puri- sima! Haz que mi corazon respire en las regiones de la pu- reza,; no en la fétida atmésfera del mundo corrumpido, pa- ra que sea amargo y desagradable para mi alma todo lo que no respire amor de tu Hijo, pues quiero: vivir con él ahora y por los« ‘siglos de los siglos. Amen. — Oraciones'y demds como el primer dia. — (1) Isai. cap. 14. v. 18.

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