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sa ons tre el palacio del Rey inmortal y la choza en que vive el miserable desterrado. Sin embargo, como Dios por su infinita bondad no solo escogié el.cielo para su habitacion y trono de su gloria, sino que quiso que la tierra fuese la peana de sus pies, (1) habitando en los corazones de los hombres por su gracia y amor, y digndndose bajar de las alturas 4 santificar al - mundo con su presencia, instruirlo con su doctrina, y re- dimirlo con su sangre, habia decretado desde la eternidad formar en la tierra un cielo animado, mas estenso, mas puro, y mas hermoso que aquel cuyos astros lo alaban sin cesar, (2) para trasladar 4 él el asiento de su gloria, y ve- nir 4 vivir en él no solo por su gracia y amor, sino en su propia naturaleza. (3) Es este cielo el Corazon de Maria, que aventaja en belleza é incorruptibilidad al cielo mate- rial, infinitamente mas que este sobrepuja en naturaleza y perfecciones 4 los objetos materiales de la tierra; porque toda la augusta y adorable Trinidad, que no necesita de los espacios celestiales 6 terrestres para vivir, ordenéd en su consejo divino la existencia de este corazon, tinico y sin- gular en la creacion por animarlo un amor de Hija, de Es- posa y de Madre acia Dios, y por haber venido 4 ocuparlo en la plenitud de los tiempos el mismo, que siendo consus- tancial al Padre, esté sentado 4 su diestra en lo mas alto del cielo. (4) (1) Isai. cap. 66. v. 1. (2) Psalm. 18. vy. 1. (3) In terra ex terrena natura co:lum ille condidit, qui olim firma- mentum compegerat. (Div. Joam Damase. Orat. 1! in Deipar. Nativ.) (4) Pater preedestinavit Mariam, Spiritus prerigavit, Filius demum in ea commoratus est. (id. ibid.)

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