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— 27k — yino Hijo?, Y si todo. esto es. inefable, iquién podrisa— = ni decir, lo que pasd, en el Corazon de la Virgen, -aquella alma, santisima, bajada del cielo. ya glo- rifeada, entrd a darle i ana animacion tan nueva y tan di- ferente de la que’]habia tenido en, medio de las ainargu- ras y angnstias de la tier<r _ Los, sentimientos. quePea tuvier: aquel Corazon diilotsimnio: son un areano misterioso Seuido tan solo.de la Madre y del Hijo: mas, aunque no los podamos ¢ cone nosotros en toda su latitud, ni nos hable de ellos lal critura 6 la tradicion, la razon ilustrada por la f6 eneuen-, tra en la yerdad de la naturaleza de las cosas cuales fue ron estos sentimientos (1). Era Marfa una madre que se. iba al cielo con su Hijo, Dios, triunfador, inmortal y glo- rioso; mas esta Madre tenia otros muchos hijos, que que- daban, en la tierra y eran hombres frigiles y miserables, de quienes se separaba, anhelando porque Hegasen feliz mente a la atria celestial, i donde ella se dirigta. ‘Ah! iCudles serian los. sentimientos de su alma af'eubifral trono del Hijo glorioso, dejando en el destierro a tantos desgraciados? Seguramente las aspiraciones y afectos del Corazon de Maria fueron entonces los mismos que son hoy, y cuyos efeetos viene experimentando la humani- dad que la inyoca con fé, desde que su Madre se senté en el solio de su gloria. Al verse coronada por su Hijo Dios de tanta gloria, no le dié las gracias, sin dirigirle ya entonces mismo una stiplica afectuosa por los hombres; “(1)” Quid de ejus Assumptione dicendum, ubi divina Scriptura nihil commemorat, nisi querendam ratione, quod | conyeniat veritati? Div. Aug. Lib. de Assumpt.

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