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7 — 250 — 3 ainor infinito que Dios les tiene: y al mismo tiempo es- trellaba la ominosa cerviz de la antigua serpiente, que arrojada de la mansion celestial por haberse dado 4 sf misina la gloria.que debia al Criador, engaié al hombre con sus fraudes, y le indujo 4 sacudir el suave yugo de Ja‘sumision al Cielo. Coufrontemos entre tanto por un momento los pensa- mieutos y afectos que abrigamos en nuestros corazones. jUh Dios! ;Qué avergonzados hemosde quedar! El privi- Jegio de conocer 4 Dios desdeel primer momento de su existeucia solo ha qnerido este Sefor darlo ala que ha- bia de ser su madre: pero no nos ha negado 4 nosotros esta gracia, aunque haya venido mas tarde; y sin embar- go, Dios es para nosotros un ser, 4 quien conocemos, pe~ ro 4 quien ni amanos, ni-temeinos, ni servimos. Lo co- nocenos como Criador y como Salvador, y sabemos que es nuestro fin; y que algun dia nos ha de juzgar: mas es- te conocimiento es una ciencia rida en nosotros, porque nuestros corazones estén apegados al mundo, & sus amas dores, asus vanidades, 4 su lujo corruptor y destructor de la ‘nocencia y de la virtud, y no nos animan otros de- seos, sino la satisfaccion de los sentidlos, y el estar en paz con los mundanos, no acordindonos del juicio estre- mo, desviando el pensamiento de las penas del infierno, y constituyendo nuestre fin en los pluceres. ;Ah! ;Desgra- ciados de nosotros, sino mudamos cuanto antes m Senti~ mientos y de tenor de vida! La Virgen Maria empez6 a un mismo tiempo 4 conocer 4 Dios y damarlo: si quere- mos ser verdaderos hijos suyos, hugimos nosotros otro tanto, empezando desde hoy 4 dolernos de haber ofendido

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