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— 265— mildad tan: profundo, que sobrepu}é la misma nada: mas desde esta incalculable bajeza, en que ella se constituy6, dié un vuelo tan rapido y tan sublime, que escedié4 los mas encumbrados Serafines, abrasindose aquel corazon todo entero en el incendio mas_intenso del amor de su Dios. ;Ah! Vié Maria que Dios es un padre tierno, y lo amé; vid que es un Dios infinito, y lo adoré; vid que es un bienhechor generoso, y le dié afectuosas gracias; vid que es un juez justo, y lo temid; vid que. la habia sacado de la nada sin mérito-suyo, y juré observar sts precep- tos: vié que era la hermosura infinita, y quedé enamorada de ella y la deseé poseer: vid que Sua podia exiscir sin su voluntad, y reconocida a sus favores, determiné glo- rificarle en todas sus acciones, F ueron por tanto los sentimientos del Corazon de Ma- ria, ‘al empezar 4 existir, sentimientos de humildad, com- parando su pequeiez con la grandeza infinita de Dios: de gratitud, asombrandose de que este Dios se dignase amar ~ su bajeza; de temor santo, adorando sus incomprensibles juicios; y de amistad sincera, determinando correspon- der al amor divino con tanta eficacia, que se_convirtiese ‘todo su compuesto en un altar, donde no hubiese sino fuego de amor 6 incienso de oracion continua. De este modo empez6 4 dar latidos auquel corazon, * cuyos senti- mientos de humildad y de pureza tomarian despues tan elevados incrementos, que harian 4 Maria digna entre todas las mujeres de ser‘escogida para Madre del mismo Dios. Tambien empezaba entonces este corazon & mostrar 4 cuantos quisiesen imitarlo, cuales son los sen- timientos que han de nutrir, si han de corresponder al

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