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: — 253 — ara cambiar esta misma vida con otra infinitamente me- Jor en el cielo, sin conocer ni las tribulaciones de la pe- ~ regrinacion, ni los horrores del sepu!cro. Y para que el hombre llegase 4 tan asombroso destino, no solo lo hizo 4 su imagen, déndole un alma espiritual, sino tambien a su semejauza, infundiéudole la gracia y lus virtudes, con las que seria un perfecto trasunto de su_criador, si per- severaba con fidelidad en el amor divino. Tal fué la con- dicion de la existencia del primer hombre, y tal hubiera sido la de todos y cada uno de sus hijos, si él hubiera observado la ley que Dios le impuso, y cuyo cumpli- miento era la condicion, sin la cual, ni 6 conservaria los dones recibidos, ni sus hijos tendrian derecho 4 ser enri- quecidos con ellos, {Qué ruina tan lamentable fué por lo tanto — la culpa original para el linage humano! Ni un solo corazon hu- mano hubo despues de esta caida, que amara 4 Dios en el acto de ser formado, por darle animacion una alma, esclava de la culpa, hija de ira, hija de venganza, hecha si i la imagen de Dios, pero destituida de la gracia que la hacia amiga suyay heredera de sus promesas. Pero tenia Dios reservado un corazon en los tesoros de su amor, que habia de ser inmuue de esta vergonzosa afrenta, y no incurriria ev esta desgraciada suerte, porque lo ha- bia elegidu paraque fuese el santuario de su propia mo- rada, y para que lo amase él solo mas que todos los hombres juutos; y dié 4 la alma santa, que daria vida4 este corazon, tauta gracia en el primer momento de su existencia, que superé por su plenitud 4 todas las que se habian daduy se darian 4 los santos. Era este corazon el we
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