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— 249— de su mano. (1) Creamos primeramente que donde ho se ama y venera 4 Marfa como la Santa Iglesia Catélica lo prescribe y practica, no hay sino caos, sombra de muerte y densas tinieblas de perdicion. (2) Miremos con horror la compaiifa y ‘sociedad, y hasta el saludo, de esos hijos de per- dicion, que pretenden introducir entre nosotros las sectas hereticales, en las que no ‘adoran los hombres & Dios, sino 4 su propia razon, ‘negando & su Madre el culto que mere- ce de veneracion mas que todos los santos ¥ Angeles, y quie- ren arrancar del corazon de los cristianos este consuelo y este aliciente 4 la virtud, para volverlos inerédulos, im- pios y sensuales como los brutos. Amar 4 Marfa, y huir de los que no la aman, ha de ser la ensefia de nuestra milicia ‘eatélica (8). ¢ MAXIMAS. En eada uno de nosotros hay dos hombres, el espiritual y el carnal: y asi como éste percibe las cosas de la tierra por los sentidos corporales, asi aquel toca en cierto modo las del cielo con los sentidos espirituales: mira con la fé los _bienes | yenideros; percibe de lejos la suavidad del convite _eterno: gusta las dulzuras del alma en Dios: oye en su in- terior las. voces que lo Ilaman al Cielo, y palpa en la her- mosura de .las criaturas la belleza infiaita del Criador. Quien abusa de los sentidos corporales, no pereibiré las delicias celestiales. (1) Nullus est, qui salyus fiat nisi per te, Virgo Sacratissima: nemo est, qui liberetur 4 malis nisi per te, 6 purissima; nemo est, cui donum ‘Goncedatur nisi per te, 6 castissima, Div. German. Patr. Const. de Zona. (2) Tolle Mariam. hane maris stellam; quid nisi caligo involvens, et umbre mortis, ac densissime tenebe relinquntur? Div. Bernard. Serm. 2. de Annunci. (3) Cum hujusmodi nee cibum sumere. I! Cor, cap. 5. %.11. Nec ave ei dixeritis 2" Joann. vy. 11.

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