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T ec depositada en el Corazon de la Madre de Dios; pues & mas de tenernos un amor mas tierno y mas intenso, que el que demuestran 4 sus hijos las madres segun la carne, tiene el poder para satisfacer todos sus anhelos, y los nuestros. Y es tan yehemente el deseo, que tiene de nuestra eterna dicha, que. no aguarda & que nosotros va- ydmos 4 ella, sino que ella nos lama y conyida con las riquezas de su amor, diciéndonos con la sabidurfa eterna, que es ella como la vid, que da frutos de suave olor, y que sus flores son de honor y de riquezas: que es la Ma- dre del amor hermoso, y del temor, y de la ciencia, y de la santa esperanza: y que enella se halla toda la gracia. del camino y de la verdad, y toda la esperanza de vida y de virtud. Ni se contenta esta madre amorosa con deseu- brirnos los tesoros que encierra, sino que nos revela el. dichoso porvenir reservado 4 los que quieran aprovecharse de ellos; pues dice que su espiritu es mas dulce que la miel, y su herencia mas suave que el panal, y que no ser& confundido oe vaya 4 ella; antes tendré la vida eter- na. (1). beg ‘Mitinivabless por cierto la bondad del Padre eterno en haber dado todas sus riquezas al Hijo: pero es todavia mas consolador para nosotros el saber, que del Corazon del Hijo han venido todas estas riquezas al de la Madre, para que nos acerquemos con confianza y afecto filial 4 tomarlos, sin que tengamos que ofuscarnos y deslumbrar- nos con los resplandores de luz innaccesible, donde Dios habita, ni nos cause espanto la severidad de nuestro su- premo juez. Pero, para que podamos conseguir los bie- (1) Eceli. cap. 24. v. 24.25. 26. 27.
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