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rr O gloriosa Reyna de los nltekieos! {Quién, entre las criatutas, ha confesado mas que té el nombre de tu Hijo y defendido su gloria? En los momentos en que mas se empeiié el infierno en acabar con ella, y en que el cielo tenia desamparado 4 tu Hijo y la tierra se habia conjura- do contra él, ti sola te pusiste 4 contrarestar todos los esfuerzos de la maldad; y ms valié tu confesion que to- dos los conatos de la malicia del demonio y de los malos. El Padre habia desamparado al Hijo, y ti lo acompafia- bas: el cielo se habia vuelto de bronce, y té derramas abundantes lagrimas: los discipulos habian perdido la fé y tt la conservabas: los hombres maldecian 4 tu Hijo, y . ta lo bendecias y adorabas: las lenguas impias despedian dardos de blasfemias y denuestos, y ti presentabas tu pecho, para que viniesen 4 encruelecerse en él, con tal que no hiriesen 4 tt Hijo: los enemigos querian devorarlo como tigres, y téles presentabas tu corazon. ;Ah! Cuan- do Dios moria entre tormentos, fuiste ta wide la que le consolaste. ‘Coneédeme, pues, 6 Madre de piedad, que te imite en el celo de la gloria de Dios, y dignate darme una mirada consoladora 4 la hora de la muerte, para que mis labios pronuncien entonces tu nombre, y entre sus ecos duleisimos vaya mi alma al seno de la eternidad. Amen. Oraciones y demas como el primer dia.

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