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— 233— Imitemos 4 Maria santisima en el celo que ella tuvo y tiene por la gloria de Dios, dandosela en todas nues- tras acciones y palabras, y pensamientos; pues, si nuestras obras no son conformes 4 la ley de Dios, en vano nos mos- traremos celosos de su gloria; para que nuestro celo no sea aquel, que produce contencion y emulacion, hagamos que proceda de la caridad, y que tenga por objeto la glo- ria de Dios y el bien del. préjimo., Este celo nos dara tam- bien aquella ciencia’necesaria para vivir santamente entre los mundanos, y huir de sus conversaciones irreligiosas é impias:.6, si no podemos evitar su trato, nos enseilaré 4 hacer lo que hacia la Virgen cuando se encontraba en medio de ellos en el Calvario. Si, cada vez que oigamos alguna palabra mala, 6 algun discurso, que no podemos .evitar sin causar mayores males, mostremos en nuestro semblante nuestro desagrado, y hagamos en el corazon ac- tos deadoracion y amor al Seftor. MAXIMAS. F873 es £4 gloria’ de Dios ha de ser “a finico fin de las obras de un cristiaio, y el salir en su defensa, cuando la vemos ultrajada, es ‘poner unpié én la carrera del martirio. Jesucristo, rey de los mfrtires fué condetiado @ morir por haber defendido la gloria de su Padre. Quien saliere por la gloria del’ Padre ‘delante de los honibres,’ Jesucristo pronunciaré su nombre en presehels de su Padre en los cielos. (1). (1) Math. cap. 10. v. 82.
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