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con aquel respecto con que los serafines miraban la ar- ca santa que encerraba la virtud del Altisimo. Porque jA quién no Ilena de un santo asombro la fuerza, de atraccion que ha tenido este Corazon? A pesar de la distancia infinita que media entre Dios y la criatura, fué tanto lo que Maria amé al riadgy, y erecié tan porten- tosamente la hermosura de su alma, que enamoré 4 la sabiduria infinita y casi la extasié al contemplarla, obli- gando al que es hermoso por esencia 4 bajar 4 su seno castisimo, y 4 hacerse en él hermano nuestro (1). Pero junto con esta veneracion que hemos de profesar _ & este Corazon que es el santuario de Dios, debemos es- tudiar una leccion que importa mucho 4la salvacion de nuestras almas. Dios desde la eternidad predestiné el Corazon de Maria para que lo amara, y Maria apenas conocié al Sefior en el primer instante de su ser natural, empez6 4 amarlo, y continué con tanta intensidad, que si por un solo instante lo hubiera dejado de amar, se hu- biera aniquilado 4 fuerza de dolor. Pero penseinos con seriedad, y preguntémonos 4 nosotros mismos, si Dios no ha hecho con nosotros semejantes escesos de amor. Fué Maria redimida con la sangre del Hijo de Dios, aunque de una manera singular y tiniea, pues fué preservada de la culpa original, y elegida de entre toda la masa de la hu- manidad para engendrar al que nos libraria #todos dela culpa borréndola con su sangre, pero impidiendo por (1) Cujus anime pulchritudo eo immensitatis excrevit, ut Christum ipsum, qui summa pulchritudo est, in sui desiderium altraxerit, effece- ritque, ut secundam ex ea sine patre generationem elegerit. Div. Ger- manus orat. in Deipar. Nativit. oe a ‘- a » Siti

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