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Er ec. ey é ao fc — mrs ‘ED Séffor por’ sus altos juicios no ha querido que los Bvangelistas hablasen del apostolado admirable de la. Ma- dre del Salvador. Sin embargo, la que no pidié 4 su Hijo que hiciese el primer milagro, sino para que fuese recono- cido por ‘Dios, (1) iCudnto no haria para que muchas al- mas abandonasen el camino de perdicion y viniesen 4 los pies do su Hijo Jesus? ;A cudntos no Consolaria, mostrén- doles que Dios era todo amor y misericordia? ;Ah! ;Qué no haria en los dias, en que Jesus andaba buscando 4 los peca- dores, cuando tan herdicamente bused su gloria en los mo-- nientos, en que estos se conjuraron todos contra su bien- hééhor? Marfa ha éorrido presurosa destar junto & su Hijo moribundo, y no es solo la compasion del corazon mater- nal lo que la conduce al Calvario, sino tambien el celo de : la gloria del Hijo, que ve tratado como un facineroso: la presencia de esta Reyna de los héroes de la religion es bas- tante para que Dios sea glorificado mucho mas por su amor y su fe, que noes vilipendiado por los hombres obs- tinados en su crimen. Todos yomitan imprecaciones y blas- femias contra Jesus, todos lo insultan y lo befan, todos lo calumnian y lo escarnecen; pero, Marfa que es mas heréi- | ca en buscar la gloria de su Hijo, que no son sus enemi~ gos en llevar su odio hasta un extremo inconcebible, pre- valece sobre las palabras infames con sus bendiciones, aho- ga los gritos del populacho con sus alabanzas y se so- brepone con sus actos de adoracion interior, 4 la misma intensidad de odio infernal con que los espiritus malos y los impios detestan al Dios crucificado. Es el celo de la gloria divina lo que la tiene al lado de la cruz, y no (1) Div. Gregor. Mag. Ep. 42. lib. 8.
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