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—114— 6 original, de que Maria fué exenta; y tambien lo es, que Ma- . ria no cometié la mas leve culpa, pues todo esto nos ense- iia la fe catélica. (1) Pero entre tanto, su corazon se hallé algunas veces en trances escabrosos y dificiles, y otras en lances, en que tuvo que ejercitar las virtudes y en especial, la de la resignacion, con un heroismo, cuya semejanza. _buscaremos vanamente en otro, sino en su propio Hijo; porque si este supera 4 su madre en sus obras porque es Dios, Maria es su perfecto retrato en las virtudes. _ No hay cosa que mas enamore nuestro espiritu, que la resignacion, con que una alma se humilla bajo la mano poderosa de Dios, y considerando que todo cuanto sucede viene del cielo, recibe con igual alegria y serenidad lo préspero y lo adverso, y se conserva humilde, prudente, recatada y conforme, aun cuando vé que sus mismas reso- luciones santas son contrariadas al parecer por el mismo Dios; pues | siempre dice con Job, que esperaré en Dios, aunque la quite la vida. (2) Pero, cuando tenemos que prac- ticar nosotros mismos aquello que nos extasiaba al com- templarlo en los otros, tenemos que pasar por pruebas muy duras, y advertimos que una resolucion heréica es muy- dificil. Pasé por estas tribulaciones el Corazon de Maria y_ faé tan herdico en su resignacion, que enamoré al mismo — Dios y lo movié 4 que la desease poseer como cosa suya. (8). Desde que empezé a existir y se consagré a Dios. con voto (1) Concil. Claramontan. Sub Urbano 2°. Senet. ‘rid. Sess. & Canon 23. (2) Etiam si occiderit me, in ipso sperabo. Job. cap. 18. v. 15. (8) Virgo Regia gemmis oruata virtutum, specie sua et pulchritu- dine:sua, eceli civium in se provocavit aspectus, ita ut Regis aninuum in sui concupisceutiam inclinaret. Div. Bernardus Serm. 2. Super Missus est.

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