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= — 107 — su servicio el fruto de su vientre! Era mas ardiente este deseo en aquellas familias que pertenecian 4 la del Profeta Rey, pues Dios le habia jurado que de su sangre habia de nacer el que habia de sentarse en su trono, (1) y tener un imperio mas duradero que los dias del cielo. (2) ;Cémo po- dia ofrecer 4 Dios su virginidad en holocausto perpétuo una hija de David, cuando se exponia 4 no ser madre del Rey del cielo, ante* quien se habian de postrar los poten- tados de la tierra, 4 quien se habian de ofrecer los mas ricos tesoros del orbe y que habia de conquistar el mun- do? ;Ah! Cuando Maria era una nifia, no habia en la Judea un corazon de muger, que no formase proyectos sobre una grandeza posible, y cuya realizacion casi todas sabian que se acercaba. Entre tanto la Gnica muger que sea verdaderamente hija de los reyes de Judé, por descender en linea recta de Da- vid, y que tenga derecho 4 la herencia prometida 4 este monarca, es Maria: y es ella precisamente la tnica que no piensa en grandezas humanas; y lejos de pretender los ho- nores de esa maternidad tan suspirada, quiere ser Virgen en el alma, Virgen en el cuerpo, y Virgen en todas sus as- piraciones. Ligada como esté por la sangre 4 su padre David, desea que llegue el dia de las glorias que le ha de proporcionar ese Hijo suyo tan ilustre, que ha de venir; mas ella no piensa mas que en tener la dicha de oir su dul- ce voz, pues sabe que ha de ser el maestro de las almas: la de adorarlo como 4 Hijo del Altisimo y la de emplearse en (1) Juravit Dominus David veritatem, et non frustrabitur eam: de fructu ventris tui ponam super sedem tuam. Psalm. 131. v. 12. (2) Et ponam in seculum seculi semen ejas; et thronum ejus sicut dies coli. Psalm. 88 v. 30. 9

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