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| grandezas del Sefior, y publicaré -alabanzas?” (Div. Bernard. Serm. 2 Regina.) Estas sentencias de tantos San- ntisimos, y devotisimos de la Virgen, la efinible sublimidad de esta Sefiora, que for- ‘ma ella sola una,gerarquia media entre la augus- ‘ta Trinidad y los serafines, unidas 4 nuestra gran ‘ignorancia y mas que todo 4 nuestra indi nidad para mirar aquel corazon donde vive el Espiri- tu Santo, nos inspiraban temor, y apenas nos atreyimos 4 empezar 4 tratar sobre los afectos virginales y divinos que encierra. Pero por una parte vimos que el Santo Doctor tiltimamente citado concluye diciendo, que “si nadie puede “tratar dignamente estas alabanzas, lo debe ha- “cer cada uno segun sus fuerzas:” (ibid.) y por otra sabemos que la Virgen es Madre de los pe- cadores, y hemos comprendido que es muy justo que el mayor de todos la alabe y la bendiga, pa- ra que todos los demas se animen 4 venir al Co- ‘razon dulcisimo de esta Sefiora, sabiendo que to- da ella no respira sino amor y ternura 4 los pe- cadores que la invocan. Como nuestro intento ha sido consagrar un mes 4 la contemplacion de las excelencias, vir- F tudes, sentimientos, y efectos del corazon mas . Santo que hay despues del de Jesus, para excitar en los nuestros un amor grande y acendrado 4 nuestra Madre Santisima, un vivo deseo de imi- tarla 4 fin de no desmentir con nuestras obras ia que somos hijos suyos, y una devocion sincera ie que consista principalmente en imitarla en las in Salve Beis i eae eee

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