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~ aia cia, que no se ha enjendrado en otro corazon mas que en el de Maria: porque, por mucho que amemos 4 Dios apre- ciéndolo en grado sumo, y desedndole todo el bien posible, como él no necesita de nadie, ningun favor le hacemos con amarlo: y por heréita que sea la amistad que nos une & él, no podemos hacer mas por nuestro objeto amado, que hacer todas las cosas para su gloria, _procurar que sea glorificado de toda criatura y consumar nuestra caridad hacia él dando la vida |por su amor. Pero el amor de Maria esmas intenso que el de todos los angeles, y de una natu- raleza propia exclusivamente de su corazon. Sabe que Dios en el exceso de su amor al hombre va 4 hacerse en nues- tra naturaleza pobre y necesitado, y desea socorrerlo: sa- be que va 4 derramar lagrimas, y quisiera enjugédrselas, que va 4 tener hambre y quisierg alimentarlo, que v4 & verse desnudo y yerto de frio, y suspira por cubrirlo y calentarlo ie amor es este tan nuevo? ;Amar la criatura 4 su Dios y criador no solo por sus infinitas perfecciones, sino por procurarle algun bien que le haga falta, por haberse dignado é11 | mismo humillarse 4 ser indigente y menesteroso! jAh! Era este amor de Marfa el resultado de aquella inmen- sa luz, con que el Espiritu Santo ilustrara su enténdimien- to en el conocimiento del redentor esperado, y del fuego celestial que habia prendido en su corazon. Semejante amor no podia caber en la voluntad del Angel, ni en ningun corazon que no fuera el de Maria; porque era el preceden- te de la Encarnacion del Verbo divino en el seno de esta Virgen: pues teniendo Dios que pedirla su consentimiento para que fuera su madre y le diese un cuerpo, que no pue- de tener en su naturaleza espiritual y diyina, el mismo la > 7
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