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, Pero a fati- ga, pero sin dejar de caminar. Amado lector : Hemos llegado ya al final de la exposición de las ceremonias de las solemnes fies- tas pascuales celebradas durante estos ocho días. Si has asistido a la realización de los grandes mis- terios de la renovación de la humanidad caída, después de leer esta explicación, seguramente que tu asistencia a ellos habrá sido provechosa para tu alma, y habrás participado, ya del dolor, ya del gozo que alternativamente ha emb argado el cora- zón de nuestra Madre la Iglesia en estos sagrados días. Pero.no es esto 9 único que de nosotros exige nuestra Santa Madre ; ella exige algo más, nuestra resurrección y Para espiritual. De nada nos serviría la Resurrección de Jesucristo y la renovación de todas las:cosas en Él, si en nues- tras almas no se opera una resurrección parecida a la que se obró en las tinieblas del sepulcro, donde yacía cadáver el cuerpo de nuestro Redentor. La Iglesia nuestra Madre pretende (y a ello nos dispo- ne por la larga preparación de la Cuaresma que pre- cede a las fiestas pille ja que, si somos pecado- res, resucitemos de la muerte del pecado a. la vida de la gracia, y si somos justos, de la tibieza, espe- cie de sueño del alma, en que indudablemente ha- brán caído nuestras almas, resucitemos a la vida

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