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berbia de Nabucodonosor, Rey de Babilonia, quien ordenó se le levantase una estatua de oro y que to- dos sus súbditos la adorasen, so pena de ser arroja- dos a un horno de fuego. Los tres jóvenes israelitas no quisieron cometer tan gran sacrilegio, por lo que fueron arrojados a un horno ardiendo, del que Dios Nuestro Señor les libró milagrosamente. Como este inicuo rey fueron los emperadores de la Roma pagana, quienes daban leyes obligando a los cristianos a que adorasen las estatuas de los falsos dioses ; pero aquéllos, imitando a los vale- rosos jóvenes israelitas, preferían perder la vida antes que ofender a Dios. Como protesta contra tal iniquidad el diácono no dice : Arrodillémonos. Las oraciones que se dicen después de cada pro- fecía, todas hacen referencia a los catecúmenos y ==3al bautismo, la gran fiesta del Sábado Santo. o a CHI Ci peon, PAY. . ! Y) Bendición de la Fuente Bautismal En las iglesias parroquiales y demás que tienen pila bautismal se procede, terminadas las profe- cías, a su bendición. La razón de celebrarse esta ceremonia en dicho día es porque antiguamente sólo se administraba el bautismo a los catecáme- nos en este Sábado y en el de Pentecostés. — He aquí cómo se celebraba esta ceremonia : Reuníanse todos los elegidos para el bautismo en la iglesia, desde donde, acompañados de los fieles con cirios encendidos, iban en procesión al baptisterio, que

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