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— 48 — por mandato de Dios y que fué impedido por la voz del Ángel del Señor, y Dios, como premio a su fe y obediencia, le prometió que de su descendencia nacería el Redentor del mundo. La cuarta nos relata el milagro que Dios obró por medio de Moisés para librar a los Israelitas del furor del ejército de Faraón. Este milagro consistió en que, al tocar Moisés con su vara las aguas del Mar Rojo, éstas se separaron a un lado y a otro, dejando un paso seco por el que el pueblo de Israel ganó la opuesta orilla. Extendió de nuevo Moisés su vara, y las aguas se juntaron, quedando sumergidos en ellas los egipcios. La quinta nos señala cuál es la herencia de los siervós de Dios. Ésta consiste en la participación de la gracia santificante por medio de la fe viva en Jesucristo, y exhorta a los pecadores a que se arrepientan de sus maldades, a fin de participar de esta feliz herencia. Sexta profecía. En ella el Señor, por boca del profeta Baruch, enseña al pueblo de Israel y al heredero de éste, el pueblo cristiano, el camino de la verdadera Sabiduría, que es la Ley santa de Dios y el cumplithiento de sus divinos manda- mientos. Si los hijos de Israel no hubieran aban- donado este camino, no hubieran sufrido el largo cautiverio de Babilonia. Séptima profecía. En ella, bajo la figura de los huesos secos que recobran la vida, Dios Nuestro Señor revela al profeta Ezequiel la libertad del pueblo escogido, sacándolo del cautiverio de Ba-
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