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debido, tal vez, al cambio de calzado; pero la Iglesia no permitió que se perdiese por completo, y la estableció para el Jueves Santo, como símbolo de humildad y caridad. Y en recuerdo de lo que hizo Jesucristo momentos antes de la institución de la Eucaristía, ordena que en las catedrales el Obispo lave los pies a trece pobres. Casi todos los cantos de esta ceremonia, así como el Evangelio que en ella se lee, nos relatan el ejemplo de humildad que nos dió Jesús al lavar los pies a sus discípulos, siendo su Señor, su Maestro y más aún su Dios. Los demás cantos nos incitan a amarnos los unos a los otros, pues por el mutuo amor se nos ha de conocer si somos discípulos de Cristo. No podemos menos de transcribir el último de los cantos de esta sagrada función, que debieran me- ditar y aprender de memoria los cristianos de nuestros tiempos, a fin de que, conociendo las ex- celencias de la caridad cristiana, se animasen a practicarla. Es el siguiente : Donde reinan la caridad y el amor, A'í está Dios. El amor de Cristo nos ha reunido. Alegrémonos y tengamos en él nuestras delicias. Teniamos y amemos al Dios vivo. Y amémonos con amor sincero. Cuando, pues, nos hallemos reunidos, Guardémonos de estar divididos en nuestras intenciones. Acábense las riñas ; cesen ya los pleitos. Y reine entre nosotros Cristo Dios. Ojalá contemplemos gozosos con los bienaventurados tu rostro, oh Cristo Dios. Haznos gustar este gozo inmenso y puro por infinitos siglos de siglos. Así sed.

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