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elevando la voz en cada una, y besa después el borde del ánfora. Lo propio hacen cada uno de los doce sacerdotes. Terminado el saludo al Santo Crisma, se pro- cede a la bendición del Óleo de los Catecúmenos, después de lo cual se organiza la procesión, en el mismo orden con que vino, para trasladar los san- tos Óleos a la Capilla o lugar donde se han de distribuir. El Lavatorio de los Pies Después de la denudación de los altares, a hora competente, según la costumbre de las iglesias, “tiene lugar la ceremonia de lavar los pies a trece pobres. Llámase también Mandato, ya por las ¿palabras con que comienza la primera antífona o canto breve de esta ceremonia, ya también porque Jesucristo dió a sus Apóstoles el mandato de que hiciesen lo que en ella tiene lugar y se amasen los unos a los otros. Antiguamente, como el calzado consistía en sen- cillas sandalias, y era necesaria a los viajeros la limpieza frecuente de los pies, fué costumbre en la Iglesia lavar los pies a los peregrinos cuando eran recibidos como huéspedes, entonándose du- rante este acto salmos y cánticos espirituales. Pero esto no constituía una ceremonia litúrgica, sino que más bien se hacía para imitar el ejemplo que Jesús dió a sus discípulos en la última noche de su vida. Esta costumbre se perdió con el tiempo,

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