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E A he aquí que aparece radiante de gloria y majestad para nunca más morir. El fragor o ruido que se produce después de cantar el salmo penitencial Mi- serere meti, Deus... significa la confusión y pertur- bación de la naturaleza que siguió a la muerte de su Creador. La obscuridad en que queda el tem- plo al final de los Maitines, pues deben apagarse todas las luces que hay en él, es figura de la obs- curidad y ofuscación en que por su horrendo cri- men quedó el pueblo judío. Para hacer ruido en las tinieblas los niños en España emplean un ins- trumento de madera llamado carraca o mátraca, y a esto le llaman ir a matar judíos. Es muy reprobable abuso el que en muchas igle- sias cometen los fieles (si tal nombre merecen) al final de los Maitines de Tinieblas, cuando golpean fuertemente los bancos, confesonarios, altares y otros objetos que puedan producir ruido, moles- tando de esta manera a las personas sensatas y formales, y faltando al respeto debido al santo templo. Con este modo de proceder indican no tener ni educación social ni mucho menos religio- sa; y demuestran también, con ello, que toman su asistencia a estos actos como entretenimiento y solaz, cuando, como buenos cristianos, deberían asistir para llorar sus pecados y acompañar a nuestra Madre la santa Iglesia en el dolor que sin- tió por la pasión y muerte de su celestial Es- poso Jesucristo. Con esto-no queremos decir que prohibamos todo ruido, sino que éste debe ser moderado y suave y no por más tiempo que el se- ñalado por el clero desde el coro.

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