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— 9 — La Procesión de los Ramos Los orígenes de esta sagrada función litúrgica los debemos buscar en la misma ciudad de Jerusa- lén, allí donde tuvo lugar su realización. Esta procesión celebrábase ya en Jerusalén en el si- glo 1v del Cristianismo. He aquí cómo nos la describe una peregrina, tal vez española, que fué testigo ocular de esta procesión en el mismo siglo 1v. Hacia las cinco de la tarde, nos dice la ya citada peregrina, se leía por el Evangelio el relato de la entrada de Jesús en Jerusalén. Des- pués de lo cual salía el Obispo acompañado del pueblo, que cantaba himnos y antífonas, interca- lando siempre entre una y otra antífona el estribillo siguiente: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! “Todos los niños, aun los que eran lle- vados en los brazos de sus madres, llevaban en sus manos ramos de palmas y olivos; y el Obispo, que representaba al Señor, era conducido, como Él, sobre un pollino, desde la cumbre del Monte de los Olivos a la iglesia de la Resurrección ; las per- sonas de calidad, tanto hombres 'como mujeres, iban también montadas en ricas cabalgaduras, ca- minando pausadamente para evitar la fatiga. En verdad que en ningún otro lugar podían verificar- se, así ésta como otras funciones de la Semana Santa, con tanta propiedad y tan al vivo como en aquellos lugares donde tuvieron su realización los Misterios de nuestra Redención. De la santa ciu-
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