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e Epístola sacada del libro sagrado del Éxodo, en la que se narra cómo los hijos del pueblo de Is- rael acamparon en un lugar llamado Elim, en el que había doce fuentes y setenta palmas ; el Evan- gelio que nos refiere la entrada triunfal de Cristo, montado en un jumentillo, en Jerusalén; y un prefacio en el que se pide para los fieles la gracia de conocer los admirables misterios que se encie- rran en las sagradas funciones de este día. Ele- mentos son éstos que forman parte de la santa Misa, endecidos los ramos, son distribuídos por el sacerdote a los fieles, los cuales, al tomar el ramo, besan éste en atención a la bendición con que ha sido santificado por la Iglesia, y después deben besar la mano del sacerdote por el respeto que se debe a los ministros del Señor. Todo fiel cristiano debe recibirlo y guardarlo con devoción y respeto, a fin de hacerse acreedor a las gracias que la santa Iglesia ha pedido, al bendecirlos, para todos aquellos que reciben y guardan el ramo bendecido; a saber: Primera, que salgamos al encuentro de Cristo, cuando ven- ga a juzgar a los vivos y a los muertos, con ramos llenos de frutos de buenas obras, para que merez- camos entrar en el gozo eterno de la gloria. Se- gunda, que aquellos que reciban el ramo reciban juntamente con él la protección divina sobre sus almas y sobre sus cuerpos. Tercera, que en cual- quier lugar donde sean introducidos estos ramos consigan sus habitantes la bendición de Dios y sean protegidos por la diestra del Omnipotente.
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