BCCPAM000360-3-05p2d000000000

O — 80 —= la servidumbre "doméstica en sus múltiples apli- caciones, dan a la mujer civilizada una finalidad autónoma que la hace prescindir de la conviven- cia con el varón. Pero ¿en qué se ocuparán las mujeres arauca- nas excedentes del número de varones? Pues también en estas razas primitivas existe el femi- nismo, aunque entre ellas no constituya un pro- blema social, ni haya insurgentes ni huelguistas con faldas. He aquí cómo resuelve la mujer indí- gena la cuestión: es compañera del hombre; si no es su madre, es su esposa o su manceba; no sabe ser hermana solamente: sentirá en su alma no- bles instintos que rechazan el serrallo de la ruca: se sentirá humillada con la promiscuación de sus hijos con los hijos de otras mujeres; pero... no tiene otro destino, ni puede ganarse la vida, ni existe en su ambiente social algo que pueda darle consideración estando sola. ¿No os parece que es- ta causa, a la vez social, económica y psicoló- gica, explica la poligamia entre los indígenas de Arauco? Apuntemos por fin un detalle nimio, al parecer, pero que aclara mucho el mal que lamentamos y sus causas. Encuen- tra a veces el misionero rucas araucanas compuestas de so- las mujeres: y cuando pregunta dónde están los hombres, responden, con acento de resignación a lo fatal, a lo inevi- toble: «Se fueron al otro lado de la cordillera, para buscar modo de vivir». ¿No dice esta contestación más que todo un diseurso en contra de una vergonzosa situación, inexplica-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz