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A y recho cristiano la quiso siempre pura en su ori- gen, inalterable en su esencia, eterna en su du- ración; pero el ardor irreflexivo del bárbaro y del pagano no conocía estos santos escrúpulos, ni sabía respetar las repugnancias del pudor, ni te- nía consideración ala majestad de las leyes que presiden a la renovación de la raza humana, y por eso confundía el amor con la pasión, la orgía con el santo idilio, y no distinguía el tálamo nup- cial del incestuoso, ni parentescos ni delicadezas. La Iglesia tomó a su cargo educar esta pasión y purificar la familia en su origen, y lo consiguió. Y cuando el cristianismo ha penetrado en la in- teligencia y en el corazón, y se ha hecho dueño de los instintos, surge solo el hogar santo. MI LA FAMILIA ARAUCANA Descendamos ahora de la región de los princi- pios, y estudiemos en su principio histórico, psi- cológico y moral la familia araucana. La Reli- gión Católica llegó a esta tierra ofreciendo al indio la verdad, y con ellalas verdades individua- les y sociales. Hace ya tres siglos que el misio- nero predica en las rucas de nuestros aborígenes los mismos principios de regeneración que for- maron la base civilizadora del viejo mundo: mu- cho se ha conseguido. Los hijos de San Francisco hemos bautizado muchos millares de araucanos,
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