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de vista jurídico; los gobernantes, desde el punto de vista social; la Iglesia lo estudia desde el pun- to de vista religioso y moral: éste es el que to- mo yo como posición para el estudio de la familia araucana. II LA FAMILIA Es de derecho divino, natural y positivo. To- do lo que la profana es un mal absoluto: no se compensa con nada. Por eso la Iglesia, que co- menzó la regeneración moral por el individuo, hizo sentir inmediatamente su influencia en la familia. Apoderóse del niño, tan desgraciado en tre los bárbaros como entre los civilizados paga- nos; derramó sobre sus tiernos miembros el agua santa; lo hizo inviolable, y lo entregó a los padres como un depósito de Dios. El padre aprendió lo que debía ser como jefe, y la madre como centro del hogar: el uno cabeza y la otra corazón. Este es el punto luminoso en que se colocó la Religión cristiana; y con su luz vió el hombre el camino que debía seguir en el momento preciso en que su desarrollo fisiológico y el mismo proce- sode la vida, lo impulsaran a buscar la compañera de su existencia, y poner la base de un nuevo ho- gar con el matrimonio cristiano. El porvenir de la sociedad civil depende esencialmente de las condiciones morales de la familia; y ésta, del con- cepto ético religioso de la unión conyugal. El de-

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